El 2024 será un año retador para la construcción (y para el Perú)

¿Puede superar la construcción su peor performance en veinticuatro años?

El año 2023 ha sido un año muy malo para el sector construcción que, hasta noviembre, había experimentado una contracción de casi 9%, de acuerdo con la estimación de CAPECO. Por su parte, el Banco Central de Reserva estima que la contracción de la actividad constructora alcanzará el 8% al cierre del 2023. Se trataría de la peor performance sectorial de los últimos veinticuatro años, sin considerar el -13.9% que se presentó en el 2020, el periodo más duro de la pandemia del COVID-19 en que la construcción formal estuvo paralizada por cuatro meses consecutivos.

Sin embargo, para el 2024, tanto el BCRP como las consultoras económicas privadas y los empresarios de la construcción entrevistados recientemente por CAPECO prevén un “rebote” del PBI sectorial que se situaría entre el 3% y el 4%, que no alcanzaría para revertir la fuerte contracción que se padeció durante el presente año, en el que los resultados negativos se presentaron todos los meses.

Algunas condiciones favorables dan sustento a este pronóstico relativamente optimista: la previsión de que el Fenómeno El Niño tendrá una intensidad leve o moderada, los precios de materiales de construcción tenderán a ajustarse a la baja, las tasas de interés también experimentarán una reducción, la inversión minera muy probablemente se recupere y se incrementará la puesta en marcha de proyectos mediante asociaciones público-privadas (APPs) a cargo de Proinversión.

Para CAPECO empero, la performance que finalmente alcance la construcción el próximo año, dependerá de las decisiones que tome el gobierno nacional, sobre todo aquellas que conciernen a la producción de vivienda social y a la ejecución de obras públicas convencionales. Lamentablemente, hasta el momento, el Ejecutivo no da señales claras de ir en el sentido correcto, por lo que existe un alto riesgo de que se produzca una sensible reducción en las ventas de viviendas el próximo año y de que se mantenga la ineficiencia en la inversión pública.

De otro lado, para que la actividad constructora sea sostenible en el mediano y largo plazo, se requiere una reforma integral de la gestión estatal, que priorice adecuadamente las inversiones a efectuar, que reduzca drásticamente la corrupción y la informalidad en la construcción, que garantice la calidad y eficiencia de las infraestructuras y equipamientos públicos y que impulse la inversión privada en el sector.